jueves, 26 de mayo de 2011

Vení...

Che abuelo, vení, contame,

de esas columnas humanas

cuando el sueño colectivo

nacía y los empujaba.

Vení, sentate conmigo,

que yo ya puse la pava,

y contame de esa piba

que a los pobres abrigaba.

Vení, que casi es olvido,

esa pareja sagrada,

que convirtió en un hijo

cada humilde que amparaba.

¡Dale, viejo! ¿Qué te cuesta?

¡Agitame la esperenza!

Vení, sentate conmigo

que tengo heridas las alas.

Necesito que me digas

como hacías en mi infancia

que la vida se transita

con un ideal como espada

o pierde sentido y se vive

como si nada importara.

Che, abuelo, vení, abrazame,

renovame la esperanza,

que hoy me duele cada pibe

que mendiga una esperanza,

cada estómago vacío,

cada fábrica cerrada.

Vení, sentate conmigo,

volvé a ponerle palabras

a ese sueño que enamora

a ese pueblo que luchaba.

Vení, viejo, necesito

que vos me cures las alas.

Natalia "Vasca" Jaureguizahar

sábado, 5 de febrero de 2011

LOS HÉRORES DEL PICO Y EL MARTILLO (Por Roberto Surra)


Un grupo de ciudadanos, en uso de la libertad que le confiere el sentido común demolió el monumento a la Revolución Libertadora que, desde 1955, se enseñoreaba en una plazoleta de Salliqueló. Ese grupo actuó como continuidad de otros ciudadanos que por millones a través de las generaciones, repudiaron aquel cuartelazo gorila, fusilador y antidemocrático.
Y está bien.
Hay que levantarse contra el aburrimiento y empezar a decir que el “acabóse” de tanta “libertad de prensa” para tanto gorila suelto y tanto código de silencio para los patriotas, no es más que el “continuose” del “empezose”. Y esto no empezó en los noventa, compañeros, ni empezó en el ‘76.
Esto empezó en 1955 y en nombre de la Libertad, la Memoria y la Justicia no se puede seguir fusilando con balas de silencio a los que un día se rebelaron en contra aquel atropello a los más elementales derechos silenciados, ocultados y tergiversados por la entonces “prensa libre”, los partidos democráticos y la madre que los parió a todos ellos que es la puta sinarquía y la puta cobardía de temer que te tachen de nazi por decir verdades en solidaridad con los compatriotas militantes.
¡Basta! Dijeron los piqueteros de Salliqueló que, pico en mano, maza en mano, cortafierro en mano, demolieron ladrillo a ladrillo el monumento a la desmemoria, la injusticia y la opresión.
¡Gracias! les dicen los caídos
¡Gracias! los torturados
¡Gracias! los sin voz
¡Gracias! la Eva insepulta durante décadas y primer desaparecida de la historia
¡Gracias! el General con sus manos serruchadas
¡Gracias! dice Vallese, desde su podio de primer desaparecido vivo de la historia
¡Gracias! dicen los que fueron asesinados y nadie homenajea
¡Gracias! decimos los que balconeamos los sucesos con un rictus amargo por no haber podido estar y una sonrisa llorona que dice ¡adelante juventudes, porque esto tiene que haber sido obra de jóvenes!!!

Y vamos por los otros.
Hay que seguir.
Seguir es la consigna. Aunque no haya premios, aunque no sean felicitados en la televisión pública ni la privada, aunque no haya billete.
Quienes hagan justicia en contra del aburrimiento, contra de la burocracia que mantiene su cerebro taponado de grasa, contra el olvido programado y contra la indiferencia, deben seguir.
Desde algún lado, sabemos, el día 2 de febrero ha sido declarado por la corte celestial Día de Aplauso Universal en agradecimiento de los héroes del pico y del martillo.
Y nosotros; gordos, cómodos, detrás de nuestros escritorios, seguros, maniatados, aunque más no sea nos sumamos al aplauso y decimos, con toda la voz que nos quede
¡Viva Perón, Carajo!!!

miércoles, 12 de enero de 2011

Pocho

Loro peronista cualquiera tiene... pero perro....

lunes, 10 de enero de 2011

"Eva sin cementerio"

Eva duerme
sin lápida
sin nicho
sin mármol
y sin muerte
Eva con obreros
Eva con niños y jóvenes
Eva con amor
Eva sin cementerio
Nadie busque a Eva en el cementerio
allí solamente se entierran a los muertos....

domingo, 2 de enero de 2011

Maldonado (Por el Cro. Miguel Murphy)

Remigio Manuel Maldonado, se llamaba.
Yo me crié en el campo. En realidad, me crié en Inglaterra. En una estancia, cerca de Venado Tuerto. En una de esas pequeñas Inglaterras que habían por entonces en los alrededores de Venado. Viví toda mi infancia en esa pequeña Inglaterra, que los ingleses han sabido llevar consigo por todo el mundo, y donde vivían, en cualquier lugar en que se instalaban.
Mi infancia transcurrió en la década del ´40. Me crié en inglés, en el campo, en Inglaterra. Y me crié rodeado de improperios, invectivas y epítetos respecto de Perón, Pueblo, Masa, Negros, Natives, Tango, Fútbol, Pizza, Evita. Todas malas palabras que, como niño viviendo, viendo y aprendiendo del mundo a su alrededor, se fueron transformando en naturales, tan naturales como el infierno, el diablo, el sexo y todas esas cosas malas, de las que hay que rogar a Dios que nos proteja y nos libere.
Uno de los pocos contactos que tenía con el mundo real era con los peones, junto a quienes laburaba, porque, inglesito o no, laburar había que laburar.
Entre los peones estaba Maldonado, quien había estado desde siempre, y siguió estando cuando yo, ya mas grande, ya me había ido.
Maldonado era nuestro preferido. Era un criollo criollo. Un gaucho de verdad. Duro, viejo, sabio, amable, cariñoso, justo.
Tiempo después, cuando en el colegio hube de leer Don Segundo Sombra, Don Segundo, y todo ese mundo, eran para mi un personaje y un mundo absolutamente conocidos y familiar, a quienes yo conocía ya desde hacía tiempo, pero que se llamaba Maldonado, y que era mi infancia.
Con Maldonado aprendimos de caballos, vacas y ovejas, de teros, cuises, peludos, zorros y zorrinos, liebres y perdices, de cardos, sorgos, charcos, sapos y sapitos, de arados y alambrados, a andar a caballo, a arrear hacienda, a separar, rodear, marcar, vacunar, ensillar, tusar, herrar, arreglar alambrados. Hicimos arreos de kilómetros, días y noches, mates de madrugada en el medio de un camino, asaditos apurados, a cagar tras los yuyos, limpiándonos con pasto. Charlábamos, nos contaba, nos enseñaba. Don Segundo.
Maldonado fue un maestro. En el verdadero sentido de la palabra Maestro.
Yo idolatraba a Maldonado. Yo no lo sabía, pero yo amaba a Maldonado.
Una mañana de invierno -yo tenía como10 años- Maldonado estaba barriendo hojas debajo de unos árboles. Yo me acerqué alegremente: “Buen día Maldonado”, como siempre. No me contestó y siguió barriendo, dándose vuelta, dándome la espalda.
Me acerqué más lentamente y me dí cuenta que Maldonado estaba llorando. ¡¡Maldonado estaba llorando!!
Me quedé duro, petrificado, consternado. El mundo se me sacudió, se me tambaleó.
¡Maldonado estaba llorando!. Un hombre grande, ¡estaba llorando!. Mi ídolo, ¡estaba llorando! ¡Yo no entendía nada!
Después de un rato logré juntar coraje y, con miedo, me animé y tímidamente le pregunté: “Maldonado, ¿está llorando?”. ¡No lo podía creer!.
Me miró, con los ojos llenos de lágrimas.
¿“Porqué llora, Maldonado?”
“¡Ay Mique!, anoche se murió Evita”, sollozó.
Por amor a él, lo abracé. Miré a mí alrededor, para asegurarme que nadie me veía (porque los ingleses no hacen “esas cosas”) y lo abracé. Yo era chiquito, y él no era muy alto. Lo abracé.

Muchas veces me han preguntado cuando fue que yo me hice peronista.
No fue un momento, fue un proceso, muy largo y muy duro.
Y creo que fue en ése día que empecé a ser un poquito menos inglés, un poquito menos gorila. Y algún día, gracias a Evita y a Maldonado, tal vez llegue a ser un buen peronista.