sábado, 5 de febrero de 2011

LOS HÉRORES DEL PICO Y EL MARTILLO (Por Roberto Surra)


Un grupo de ciudadanos, en uso de la libertad que le confiere el sentido común demolió el monumento a la Revolución Libertadora que, desde 1955, se enseñoreaba en una plazoleta de Salliqueló. Ese grupo actuó como continuidad de otros ciudadanos que por millones a través de las generaciones, repudiaron aquel cuartelazo gorila, fusilador y antidemocrático.
Y está bien.
Hay que levantarse contra el aburrimiento y empezar a decir que el “acabóse” de tanta “libertad de prensa” para tanto gorila suelto y tanto código de silencio para los patriotas, no es más que el “continuose” del “empezose”. Y esto no empezó en los noventa, compañeros, ni empezó en el ‘76.
Esto empezó en 1955 y en nombre de la Libertad, la Memoria y la Justicia no se puede seguir fusilando con balas de silencio a los que un día se rebelaron en contra aquel atropello a los más elementales derechos silenciados, ocultados y tergiversados por la entonces “prensa libre”, los partidos democráticos y la madre que los parió a todos ellos que es la puta sinarquía y la puta cobardía de temer que te tachen de nazi por decir verdades en solidaridad con los compatriotas militantes.
¡Basta! Dijeron los piqueteros de Salliqueló que, pico en mano, maza en mano, cortafierro en mano, demolieron ladrillo a ladrillo el monumento a la desmemoria, la injusticia y la opresión.
¡Gracias! les dicen los caídos
¡Gracias! los torturados
¡Gracias! los sin voz
¡Gracias! la Eva insepulta durante décadas y primer desaparecida de la historia
¡Gracias! el General con sus manos serruchadas
¡Gracias! dice Vallese, desde su podio de primer desaparecido vivo de la historia
¡Gracias! dicen los que fueron asesinados y nadie homenajea
¡Gracias! decimos los que balconeamos los sucesos con un rictus amargo por no haber podido estar y una sonrisa llorona que dice ¡adelante juventudes, porque esto tiene que haber sido obra de jóvenes!!!

Y vamos por los otros.
Hay que seguir.
Seguir es la consigna. Aunque no haya premios, aunque no sean felicitados en la televisión pública ni la privada, aunque no haya billete.
Quienes hagan justicia en contra del aburrimiento, contra de la burocracia que mantiene su cerebro taponado de grasa, contra el olvido programado y contra la indiferencia, deben seguir.
Desde algún lado, sabemos, el día 2 de febrero ha sido declarado por la corte celestial Día de Aplauso Universal en agradecimiento de los héroes del pico y del martillo.
Y nosotros; gordos, cómodos, detrás de nuestros escritorios, seguros, maniatados, aunque más no sea nos sumamos al aplauso y decimos, con toda la voz que nos quede
¡Viva Perón, Carajo!!!