jueves, 26 de mayo de 2011

Vení...

Che abuelo, vení, contame,

de esas columnas humanas

cuando el sueño colectivo

nacía y los empujaba.

Vení, sentate conmigo,

que yo ya puse la pava,

y contame de esa piba

que a los pobres abrigaba.

Vení, que casi es olvido,

esa pareja sagrada,

que convirtió en un hijo

cada humilde que amparaba.

¡Dale, viejo! ¿Qué te cuesta?

¡Agitame la esperenza!

Vení, sentate conmigo

que tengo heridas las alas.

Necesito que me digas

como hacías en mi infancia

que la vida se transita

con un ideal como espada

o pierde sentido y se vive

como si nada importara.

Che, abuelo, vení, abrazame,

renovame la esperanza,

que hoy me duele cada pibe

que mendiga una esperanza,

cada estómago vacío,

cada fábrica cerrada.

Vení, sentate conmigo,

volvé a ponerle palabras

a ese sueño que enamora

a ese pueblo que luchaba.

Vení, viejo, necesito

que vos me cures las alas.

Natalia "Vasca" Jaureguizahar